Áreas Protegidas y Comunidades
IV Encuentro Nacional
IV Encuentro Nacional
Esta muestra del Espacio Violeta Parra exhibe un conjunto de sus obras -arpilleras, óleos y piezas en papel maché- en relación a su música y su discografía. La exposición cuenta con el apoyo de Minera Escondida y la Ley de Donaciones Culturales.
Compuesta de 22 obras, entre óleos, arpilleras y relieves en papel maché, Violeta, canto del alma se articula en relación a la discografía de Violeta Parra, revelando las relaciones que se establecen entre sus canciones y su obra visual, donde quedan reflejados los acontecimientos de su vida y de su entorno, de su propia identidad y la de su país.
Artista autodidacta, la música de Violeta Parra abarca desde el rescate del repertorio de los cantores rurales, hasta la canción de denuncia social –de influencia decisiva en el movimiento de la Nueva Canción Chilena- pasando por temáticas biográficas, existenciales y de amor, a menudo desgarradoras, que dan cuenta de la intensidad de sus propias vivencias, como una mujer artista, de fuerte carácter, gran determinación y desafiante de los esquemas y convenciones imperantes.
Sus primeros registros discográficos datan de 1952, y recogen interpretaciones de cantos tradicionales campesinos. Entre discos solistas, reediciones en vida, ediciones de archivo, discos colectivos, etcétera, su discografía se compone de cerca de 70 álbumes. Entre ellos destacan Cantos y Danzas de Chile y Composiciones para Guitarra (ambos de 1956); El Folklore de Chile: Canto y Guitarra (1957); El Folklore de Chile: Toda Violeta Parra (1960) y Últimas Composiciones, de 1967, que contiene sus principales canciones, como Gracias a la vida, Volver a los Diecisiete, Run Run se fue pa’l norte, entre otras.
Nacida en San Carlos, Chillán, el 4 de octubre de 1917, Violeta es hija de un profesor de música y de una campesina cantora y costurera. Entre sus 9 hermanos se cuentan el poeta Nicanor Parra, el Tío Roberto Parra y el Tío Lalo (Eduardo Parra). Junto a éste y a su hermana Hilda, a los 9 años comienza a tocar por las calles, y a los 12 realiza sus primeras creaciones musicales. Más tarde, durante su formación como profesora en la Escuela Normal de Santiago, se dedica ampliamente a la composición de tonadas, boleros y corridos.
En 1937 se casa con el funcionario ferroviario Luis Cereceda. Fruto de este matrimonio son dos grandes músicos, Angel e Isabel, que realizarán un trabajo artístico en estrecha relación con su madre. En 1948 se separa definitivamente de Cereceda. Al año siguiente vuelve a casarse, y de esta nueva unión nacen sus hijas Carmen Luisa y Rosita Clara.
Tras un activo periplo por circos, bares, quintas de recreo, peñas y salas de barrio, en 1952, impulsada por su hermano Nicanor, se lanza a recorrer el país grabando y recopilando música folclórica en contacto con los cultores, muchos de ellos de avanzada edad. Viaja junto a sus dos hijos mayores con un magnetófono y una guitarra. Trabajan, además en circos y teatros. En su trabajo creativo, Violeta elabora una síntesis cultural, a partir de su experiencia en terreno, haciendo emerger la riqueza escondida en la tradición popular chilena, reivindicando el valor de la auténtica cultura popular, luchando contra los prejuicios y estereotipos.
En 1953, luego de un recital en la casa de Pablo Neruda, Violeta Parra da su salto a la fama, con un contrato de Radio Chile para una serie de programas. En 1954 obtiene el premio Caupolicán, otorgado a la mejor folclorista del año. Sus primeros LP los graba en Francia, donde reside durante dos años, luego de ser invitada a Polonia, recorriendo Europa y la Unión Soviética.
A su extraordinaria labor en el rescate de la canción popular, la composición musical y la poesía, que marcan un antes y un después para la proyección del folclor en Chile, la autora de Gracias a la Vida suma, desde 1958, una notable carrera como artista visual, realizando pinturas, cerámicas y arpilleras. A consecuencia de una hepatitis que la mantiene en cama, Violeta inicia el bordado de sus arpilleras, que constituyen lo más notable de su producción plástica. Todo de manera autodidacta, al igual que su música.
En 1961 se traslada a vivir a la localidad de General Picó, en la pampa argentina, donde pinta, borda y realiza exposiciones, actividad que continúa posteriormente en Buenos Aires. Al año siguiente, emprende su segundo viaje a Europa, junto a sus hijos y su nieta, en un barco que sale desde Buenos Aires con destino a Hamburgo. En el Festival Mundial de la Juventud de Finlandia, además de tocar en familia, Violeta expone por primera vez su obra plástica en Europa.
Se instala pronto en el Barrio Latino de París donde comienza a preparar y gestar su proyecto de una exposición en un gran museo de Francia. Se empareja con el artista suizo Gilbert Favre, residiendo entre Ginebra y París.
© La cantante calva (1960), Violeta Parra. Colección Museo Violeta Parra