La inmigración árabe se inicia en el último cuarto del siglo XIX como un movimiento espontáneo, tal como se presenta en la sección identificada como “Inmigrantes”. Primero fueron los sirios y libaneses, posteriormente llegaron muchos palestinos e inmigrantes de otros países árabes. Los pioneros eran hombres, campesinos y labradores en su tierra natal, que aquí se desempeñaron como vendedores ambulantes y comerciantes, se instalaron, aprendieron el idioma y trajeron a sus familiares y otros coterráneos, iniciando una relación de influencia mutua, lo que queda reflejado en la sección denominada “Integración”. Las mujeres, matriarcas de gran carácter que dieron prueba de su energía y capacidad en el trabajo y la crianza de los hijos, divulgaron las recetas ancestrales y difundieron, entre otras artes, la sensual danza del vientre.
Bajo el rótulo de “Identidad”, la muestra revela la diversidad de las culturas árabes presentes en Sudamérica y la preservación de sus tradiciones por parte de los descendientes, a través de la búsqueda de sus raices y la fundación de organizaciones sociales de distinto tipo.
En Chile, ya en 1854 aparecen algunos súbditos del Imperio Otomano, huyendo de persecuciones y discriminación. En 1930, cuando nuestro país contaba con poco más de 4 millones de habitantes, casi 7000 eran árabes. Los primeros barrios santiaguinos donde se instalaron fueron Recoleta, Independencia y Matucana.
En la comida, en el comercio, en las empresas e industrias, en los clubes deportivos e instituciones educacionales, en organizaciones religiosas, y en ámbitos como la medicina y la política, los árabes se destacaron desde temprano y lo hacen hasta el día de hoy, formando parte de nuestra historia y de nuestro patrimonio.
El catálogo AMRIK: Presencia Árabe en América del Sur se encuentra disponible en el Centro de Documentación de las Artes Visuales.