Las piezas abarcan los períodos históricos de las culturas azteca, olmeca y maya, entre otras, desde los primeros pobladores hasta el período inmediato a la llegada de los españoles.
La importancia de la muestra radica en que son obras de diferentes tamaños que revelan la expresión de la vida cotidiana de sus pueblos. Monolitos, miniaturas, objetos rituales, desnudos y adornos, así como esculturas y grandes piezas de piedra cuyo trabajo y traslado esconden el desarrollo de esas culturas, están contenidas en la muestra “México: del cuerpo al cosmos”.
La constante de la exposición es la figura humana, vinculada a la fertilidad, la sexualidad y la comunicación con el universo y con las deidades, pues la cultura mesoamericana se caracterizó por la unidad del hombre, la naturaleza y los dioses.
La comisaria de la muestra, María Luisa Ojeda señala que la idea de la muestra “es desacralizar a los antiguos pobladores y mostrar que no sólo había dioses, sino que gente común y corriente”.
Piezas como el “Adolescente huasteco” o la “Ofrenda cuatro” nunca habían sido sacadas de sus lugares de origen, y muchas de ellas pudieron ser retiradas con la autorización de sus respectivas comunidades porque existe una especie de culto hacia a ellas.
Una de las obras más impactantes, por su dimensión e historia, es la “Cabeza olmeca” que ha sido expuesta solo una vez con anterioridad en Francia. Procedente de San Lorenzo, Tenochtitlan, la cabeza de basalto de 1,65 metros de altura y 1,36 metros de ancho, pesa 5 toneladas. Con una data aproximada del 1500 AC, pertenece al Museo de Antropología de Xalapa.