Por la línea corre el tren
140 años de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado
140 años de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado
Atacama / Hamburgo
Creada por María Jesús Guarda, Karina Letelier y Paulo Letelier
FOTÓGRAFAS DE CHILE Y MÉXICO
Concebida como la exposición bicentenario del Centro Cultural, Oro y Plata: El resplandor de América, reúne por primera vez valiosas colecciones de más de una docena de museos de América Latina, contextualizándolas en distintas líneas temáticas, relacionadas con el poder, la religiosidad, la vida civil y el uso cotidiano. La muestra incluye símbolos de jerarquía prehispánicos, aperos huasos y gauchos, adornos, monedas, objetos litúrgicos y artes decorativas, que dan cuenta de la historia social del continente, desde la época precolombina hasta la República, poniendo de manifiesto tanto aspectos comunes como distintivos de las identidades regionales.
Exposición presentada por el Centro Cultural Palacio La Moneda y Minera La Escondida, y acogida a la Ley de Donaciones Culturales.
En palabras de la Directora Ejecutiva del Centro Cultural Palacio La Moneda, Alejandra Serrano, “esta muestra constituye la mejor celebración del Bicentenario para un espacio ciudadano como éste. No sólo porque le permite a todos los chilenos acceder a un valioso patrimonio disperso en distintos museos públicos y privados de Latinoamérica, sino también porque pone de relieve el hecho de que el Bicentenario es un acontecimiento compartido con el resto de los países de nuestro continente, con quienes, desde la época precolombina hasta la actualidad, nos une una historia, una cultura, una sensibilidad y una problemática social común en muchos sentidos”. La Directora destaca la dimensión de la gestión realizada y la importancia del apoyo y creciente compromiso de la empresa privada con la cultura, sin el cual no sería posible llevar a cabo iniciativas de esta envergadura.
Por su parte, Edgar Basto, Presidente de Minera Escondida señala que “para Minera Escondida es un privilegio presentar, en conjunto con el Centro Cultural Palacio de la Moneda, la mayor exposición de oro y plata realizada en nuestro país y hacerlo, además, en este año del Bicentenario de la República. Con la realización de esta muestra, ambas instituciones coinciden en su compromiso de facilitar y poner a disposición del público de manera regular actividades de gran calidad y valor patrimonial, en un espacio que se ha consolidado además, como uno de los más importantes del circuito cultural de la ciudad y del país”.
Los museos que aportan piezas a la exhibición son el Museo de Arte Popular Americano Tomás Lagos (MAPA), el Museo de Artes Decorativas, el Museo Chileno de Arte Precolombino, el Museo Histórico Nacional, el Museo de la Merced, y el Museo de Colchagua, además de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, de Petorca, en Chile; el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, en Argentina; el Museo del Oro, del Banco de la República de Colombia; el Museo Pedro de Osma y el Museo Larco, en Perú; el Museo Nacional de Costa Rica; el Museo Banco Central del Ecuador; el Museo del Gaucho, de Uruguay; el Museo Casa Nacional de Moneda de Potosí, Museo de Arte Sacro de San Miguel de la Ranchería de Oruro y Museo Murillo, de Bolivia y el Museo Nacional del Virreinato, de México.
La exposición se organiza en torno a temas transversales a todo el continente latinoamericano. El desarrollo de la tradición metalúrgica del oro es una de las más importantes del mundo y está estrechamente vinculada a la cosmovisión de las sociedades prehispánicas, con objetos utilizados como indicadores de poder y jerarquía. Ello se expresa ampliamente en los conjuntos de pequeñas piezas provenientes del Museo del Oro de Colombia (que incluye narigueras, pectorales, diademas y orejeras de oro) y del Museo Nacional de Costa Rica, así como en los ajuares funerarios provenientes del Museo Larco de Perú y de la colección del Banco Central del Ecuador.
Por su parte, el trabajo de la plata se plasma en orfebrería, adornos personales y objetos de uso cotidiano y litúrgico. Destacan las colecciones procedentes de Bolivia, que tuvo en Potosí un importante centro de producción minera para todo el continente; la colección de platería virreinal mexicana, así como el importante conjunto de platería mapuche del Museo de Arte Popular Americano Tomás Lagos, que da cuenta de la riqueza de este grupo humano y del uso de los metales preciosos como elementos de prestigio e indicadores de jerarquía social en el mundo indígena, así como también los objetos litúrgicos utilizados en las iglesias de Perú Argentina, Bolivia y Chile.
El tema de la identidad masculina centrada en el espacio rural se expresa a través de aperos, estribos y otros elementos gauchos y huasos provenientes de Uruguay, Argentina y de Chile, este último con un conjunto de piezas del Museo de Colchagua. Mates chilenos, del Museo de Artes Decorativas; uruguayos, del Museo del Gaucho y argentinos, del Museo Fernández Blanco, así como algunos peruanos y bolivianos, reflejan la tradición mestiza del consumo de la hierba mate, la cual se mantiene en la sociedad criolla hasta finales del siglo XIX, adoptando una forma característica en cada región. Asimismo se exhibe un conjunto de sahumadores, elementos muy preciados durante la Colonia, utilizados para aromatizar los hogares en Perú, Bolivia, Chile y Argentina.
El uso del oro y la plata en la fabricación de objetos destinados a la consagración y la ofrenda es abordado desde el ámbito funerario prehispánico hasta el uso litúrgico, especialmente eucarístico, estableciéndose paralelos entre, por ejemplo, el cáliz y los copones ceremoniales precolombinos. Destacan además impresionantes conjuntos de piezas figurativas de uso ritual que representan animales y seres sobrenaturales, tanto del Museo del Oro de Colombia, como del Museo Nacional de Costa Rica, Museo del Banco Central del Ecuador y Museo Larco de Perú.
La tradición metalúrgica y orfebre de los pueblos americanos favoreció la instalación de los principales enclaves de la conquista española, atraídos por la riqueza de sus minerales, que contribuyeron a incrementar las arcas de la Corona. Gran admiración causó también la belleza de los objetos, cuya elaboración, en contacto con los españoles, incorporó nuevas técnicas, al tiempo que permitió el florecimiento de nuevos mercados de objetos suntuarios y funcionales. Todas piezas que atestiguan la maestría técnica y estética de sus artífices, artesanos indígenas o criollos, especialmente en Ayacucho (Perú) y Potosí (Bolivia).
La colonización también trajo consigo la necesidad de contar con objetos de orfebrería al servicio de la consagración y la evangelización. Custodias y cáliz provenientes de diversos museos latinoamericanos, así como de la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, de Petorca, reflejan este fenómeno. Destaca el relicario pelícano, de plata, proveniente del Museo Pedro de Osma, de Lima.
En el ámbito del uso cotidiano, la producción de estos objetos se consolidó durante la etapa republicana, cuando se generan expresiones propiamente latinoamericanas en las artes decorativas, dando un sello propio a la producción criolla. El creciente intercambio comercial entre las nuevas repúblicas y el establecimiento y fabricación de monedas patrias tras la Independencia, queda de manifiesto en la notable colección de numismática americana del siglo XIX, procedente del Museo Histórico Nacional, que incluye monedas de oro y de plata.