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Entrevista:
Flor Caro

Desde niña, desde que tengo conocimiento, vi trabajar a mi mamá con la greda. Ahí no le daba la misma importancia, era un juego para mí. A los 14 años, me di cuenta de que no contaba con los recursos para seguir estudiando. Mi madre me aconsejó aprender a trabajar la greda para ser independiente, a hacer lo que quisiera con mi tiempo y tener mi plata. Cuando uno parte nunca quedan bien las piezas, pero con su ayuda me fue más fácil.

Mi mamá perdió a la suya muy pequeña, pero este es un pueblo alfarero, todos saben y trabajan la greda y se ayudaban y enseñaban. Hay momentos en los que me doy cuenta que estoy haciendo lo mismo que ella, pero ahora ya no estoy jugando, y ha sido así por más de 45 años.

Comencé haciendo juguetes, chanchitos, carritos, piezas ornamentales. Yo creaba mis propias piezas, era joven y tenía mucha imaginación. Ya más mayor tomé unos cursos, con lo que ya sabía, aprendí a hacer la línea abierta y la cerrada, es decir: la ornamental y la utilitaria.

Josefina nos propuso trabajar con un diseño nuevo, sin perder mi línea con respecto al engraciado. La idea era dibujar en la misma pieza la flor de Quinchamalí. A mí me llamó la atención y lo hice. No nos salimos de nuestra editorial, era sólo un nuevo enfoque. Nosotras estamos rodeadas de muchas plantas, y a veces no le damos el valor a las flores, nadie es profeta en su tierra.

Esto ha sido una experiencia muy bonita, sobre todo porque mis piezas iban a ser vistas por otras personas, en un lugar importante, donde otras generaciones van a poder verla, y eso es una satisfacción muy grande. Somos reconocidas acá en Quinchamalí, y también afuera. Cada vez vamos aprendiendo e innovando.

Antiguamente, todos nuestros materiales los sacábamos de nuestro pueblo, pero ahora con las forestales no tenemos acceso a la greda, ya no hay agricultura ni crianza de animales. En vez de tener un caballo, la gente tiene vehículos. Es diferente, todo va cambiando. Hay mucha contaminación en el aire, hay una celulosa cerca, los árboles están enfermos porque ya no están las condiciones para esto.

Yo estoy dispuesta a trabajar, pero hay muy poco interés en las nuevas generaciones. Pero los jóvenes están emigrando después de estudiar, a veces vuelven al pueblo y trabajan en la greda, pero son contados con los dedos de las manos. Las familias se alejan, ya a pocos les sigue gustando el campo. En las ferias le muestro a la gente cómo se hace, tomo la greda y les explico, pero desafortunadamente no hay mucho interés.

Me gusta llevar greda a las exposiciones, me pongo a trabajar y así la gente ve los procesos. Hay visiones muy erradas de nuestro trabajo, y para llegar a crear una pieza hay que pasar por muchos procesos. Pese a que ha habido innovaciones, nosotras nunca hemos permitido el cambio de la forma de nuestro trabajo, no hemos incorporado tecnología y nada que cambie la manera en la que hemos estado haciendo esto y que viene desde nuestros ancestros. Esto es innato, es nuestro y ha perdurado en el tiempo. Podemos hacer piezas nuevas con nuestra imaginación, pero sin perder nuestra esencia.


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